LA NOCHE QUE TODO CAMBIÓ
EL 9 DE NOVIEMBRE DE 1989
EN BERLÍN.
Por: Geraldina González
de la Vega para La Lonchería (publicada en noviembre de 2009)
Para noviembre de 1989 ya
un gran número de ventanas en la RDA tenían velas prendidas en símbolo de apoyo
a las marchas de los lunes que comenzaron en la Nikolaikirche en Leipzig y que
después de dos meses ya se habían trasladado a las calles y extendido a otras
ciudades. El número de personas que salía a las calles los lunes, en silencio y
con una veladora prendida, era cada semana mayor. El gobierno de la RDA se
debatía entre la represión y la permisión, la diferencia entre uno y otro
puntos de vista marcaría la diferencia entre las líneas dentro del partido.
El 9 de noviembre todo
amaneció como siempre, la gran noticia en los diarios como Neues Deutschland,
era la reunión del Comité Central del Partido, en donde se decidiría el futuro
del país, que estrenaba Secretario General después del golpe de Estado
propinado en octubre a Erich Honecker. Egon Krenz, el sucesor, estaba un tanto
más abierto que el viejo Honecker a los cambios que provenían de la URSS. Ese
día, también, los encargados de la política de salida dentro del Ministerio del
Interior se reunirían a discutir alguna solución para la crisis que vivía la
RDA con la apertura de fronteras en Hungría y Checoslovaquia por donde miles de
alemanes orientales estaban dejando el “paraíso del proletariado”. Desde
verano, los húngaros habían abierto sus fronteras con Austria y esto provocó el
éxodo de alemanes orientales. También muchos huyeron hasta Praga, con la
esperanza de entrar a la embajada de la RFA y ser asilados. En ambos casos se
había llegado a acuerdos entre ambos países y la RFA de permitir a los alemanes
orientales la entrada a Alemania occidental, provocando la ira de la RDA. Al
ver que había una posibilidad de salir, más y más alemanes comenzaron a dejar
sus vidas en el “socialismo real”.
Era necesario solucionar
esa crisis y para ello se reunieron algunos funcionarios del Gobierno y de la
Stasi en la oficina de Gerhard Lauter, el encargado del Ministerio del Interior
en determinar la política de visas y pasaportes en la RDA. Después de varias horas
de discusión, los funcionarios llegaron a un acuerdo, la única forma de acabar
con el éxodo por las fronteras del este es permitiendo los viajes privados sin
ninguna restricción más que pasaporte y visa. Se redactó una nota en donde se
informaba al Comité Central de la medida y se estableció como fecha de entrada
en vigor el 10 de noviembre, ello les daría tiempo para preparar la regulación
de pasaportes y visas con la finalidad de estar listos para las navidades.
El papel con la
regulación llegó a manos de Egon Krenz, quien lo leyó en la sesión del Comité
horas después de la comida, los miembros del partido y del gobierno asintieron
la medida sin imaginar las consecuencias, a nadie se le ocurrió que esa medida
implicaba abrir el Muro que desde 1961 había impedido a los alemanes orientales
salir de su país, cruzar a Berlín occidental o visitar a sus familias en la
RFA. Para esa tarde estaba programada una conferencia de prensa internacional,
Günther Schabowski, miembro del Comité y su vocero, no estaba presente en el
momento en que Krenz dió lectura a la medida, no se enteró que ésta entraría en
vigor hasta el otro día. Krenz simplemente le pasó la nota y entre otras
órdenes, le dijo que informara sobre eso en la conferencia.
A las seis de la tarde
Schabowksi entró a la sala de prensa repleta de prensa nacional e
internacional, por alguna razón cuenta el periodista Peter Brinkmann, todos
esperaban alguna noticia. Después de una hora de informes sobre las decisiones
burocráticas del Comité, los periodistas estaban aburridos y decepcionados,
entre ellos estaba Tom Brokow, corresponsal de los Estados Unidos que cubría
las marchas alemanas y tenía programada una entrevista para ese mismo día con
Schabowski. Casi al terminar, el periodista italiano, Riccardo Ehrman preguntó
sobre la regulación de viajes, con ello, Schabowski recordó que Krenz le había
ordenado informar sobre la nueva regulación de viajes. Buscó entre la pila de
papeles que llevaba y alguien le ayudó a encontrarla. El vocero leyó la nota
sin entender una palabra de lo que decía “los viajes privados al extranjero
serán permitidos sin ninguna restricción...”, en la sala había silencio, Peter
Brinkmann rompió: “¿a partir de cuando?” A lo que Schawobski, después de buscar
en la nota la respuesta, contestó “ab sofort” (a partir de ahora). La prensa
estadounidense y británica estaban confundidas y creían que se trataba de un
error de traducción, más tarde Schabowski daría la entrevista a Brokow y
confirmaría lo dicho. “Sr. Schabowski ¿es entonces posible que los ciudadanos
de la RDA crucen como quieran el Muro?”, a lo que el entrevistado algo
confundido respondió “Si”. Inmediatamente la información se transmitió a todo
el mundo, “el Muro ha sido abierto”, ya no había forma de parar el tsunami.
Los altos funcionarios de
la RDA seguían en sesión del Comité, nadie había visto la conferencia de prensa
de Schabowski, no había órdenes en las fronteras y ningún funcionario sabía
cómo proceder, cómo dejar salir a los ciudadanos. El responsable de la nota,
Gerhard Lauter estaba en el teatro con su esposa. Los teléfonos sonaron y nadie
respondió. No había órdenes, Schabowski había abierto la frontera sin darse
cuenta y se había ido a descansar a su casa en el barrio de los miembros del
Buró: Wandlitz.
El Canciller de la RFA,
Helmut Kohl se encontraba en una visita de Estado en Polonia, había visitado a
Lech Walesa, y esa noche atendía una cena de gala con el gobierno en Varsovia.
Fué avisado, pero nadie podía darle más información que la que se transmitía
por la televisión, los noticieros extranjeros y los alemanes. No había
celulares y para comunicarse a Bonn, Kohl tenía que usar un enorme aparato
telefónico al que se tenía que “dar cuerda” para comunicarse con los
funcionarios de la RFA.
Esa noche había partido
de la Bundesliga entre el VFB Stuttgart y el Bayern München, muchas personas lo
seguían en lugar de ver las noticias. Eran cerca de las nueve de la noche y
pocos estaban enterados de lo que en las fronteras estaría por suceder. Los
GrePos o policías de frontera al no tener órdenes comenzaron a buscar a sus
jefes, pues en cruces como el Bornholmer Straße se juntaban más personas de lo
que hasta ese día se había permitido. Todos exigían salir, “queremos salir”
gritaban. Los oficiales al no encontrar a los funcionarios competentes,
hablaron con los funcionarios del Stasi, quienes recomendaron usar la “solución
de ventilación” que consistía en sellar los pasaportes de los que quisieran
salir para evitar provocaciones y violencia, lo que no se avisaría es que ese
sello implicaba la expatriación y sí podían salir de la RDA, pero no regresar a
ella. Así comenzaron a salir los primeros alemanes orientales hacia Berlín
occidental. Encontraron una ciudad vacía al principio. Mientras tanto, en la
Puerta de Brandenburgo de un lado los ciudadanos se trepaban al Muro y cantaban
y gritaban, Tom Brokow transmitía en vivo a los Estados Unidos. Del otro lado
los VoPos o polícia popular formaban filas para evitar que los ciudadanos de la
RDA llegaran hasta la Puerta, colocaron vallas para impedir el paso. Comenzaron
a juntarse de ambos lados y los gritos eran tan fuertes que se escuchaban de
uno y otro lado de la Cuádriga guiada por la Victoria. Entre la gente en Berlín
oriental comenzó a circular una copia de la nota de Schabowski, claramente
decía “se permitirán los viajes privados al extranjero sin ninguna
restricción”, la gente se sintió más segura de sus exigencias y comenzó a
empujar y agredir a los GrePos, “wir wollen raus” (queremos salir) gritaban.
Los policías y sus jefes estaban realmente con las manos atadas, pues por un
lado eran sus familias y sus amigos, ellos mismos quienes estaban allí
reflejados ante la multitud que quería salir. Para las once de la noche las
fronteras siguen sin órdenes y algunos de los ciudadanos a quienes se les selló
el pasaporte comenzaron a regresar, habían querido dar una vuelta por “la
tierra prohibída”: Berlín occidental, y volvían a sus casas, con sus familias.
En el control de la Bornholmer Straße el teniente Harald Jäger recibe a una
mujer con pase de la RDA sellado, no podía dejarla regresar, ella le dice que
sus hijos están del otro lado. Jäger, quien ya había hablado varias veces
pidiendo órdenes para proceder, entiende que la situación no puede contenerse
más y ordena la apertura de la frontera, “era abrir las puertas o disparar”
cuenta Jäger. A las once de la noche con siete minutos la frontera de la
Bornholmer Straße se abre y es la primera. Después le seguirían las de
Invaliden Straße y Heinrich Heine Straße. Jäger y sus hombres no pueden
contener las lágrimas y lloran junto con los cientos de alemanes que llenos de
alegría cruzan la frontera hacia Berlín occidental. Esa noche pasaron cerca de
diez mil por la Bornholmer Straße, Harald Jäger es visto como la persona que de
hecho abrió el Muro.
Mientras tanto, en la
Puerta de Brandenburgo los VoPos rocían con agua a los alemanes occidentales
que se han trepado y bailan sobre el Muro. En la RDA todavía la fila de
policías parece de piedra, una mujer de edad madura llora desconsoladamente
ante los impasibles guardias, les grita, les ruega que la dejen pasar, que ella
siempre ha sido una buena ciudadana y que quiere su libertad, los demás miran
conmovidos. Los policías también son humanos, se abrieron y la dejaron pasar, y
dejaron pasar a todos. En una entrevista reciente Tom Brokow cuenta que la
imagen de esa noche que nunca olvidará, es la de un hombre que aparece
derrepente del lado oriental sobre el Muro. “Ese hombre fué catapultado y como
Barischnikow, como un bailarín de ballet, tuvo su estelar sobre el escenario.
Todos lo festejaron, primero él se asustó, después, mostró una enorme sonrisa y
triunfante abrió los brazos en señal de Victoria.”
Después de 28 años la
gente pudo cruzar entre las columnas de la Puerta de Brandenburgo, brincando el
Muro de uno y otro lado, los alemanes descubrían el mundo que había detrás de
esa horrenda pared que los dividió durante casi tres décadas. Se reunían a lo
alto del Muro y allí, todos juntos brincaban, bailaban, bebían, fumaban,
lloraban y reían.
La función de teatro –y
muy seguramente la cena- terminaron a media noche, Gerhard Lauter volvió a su
casa en Wandlitz, allí lo esperaban un sin fin de recados. Regresó a su
oficina, ya no había nada que hacer, la medida estaba tomada y las fronteras
abiertas. Cuando Schabowski fué informado salió de su casa para tan sólo
comprobar que la Invaliden Straße estaba también abierta.
Para las 4 de la mañana,
hora en que debía entrar en vigor la nueva reglamentación de viajes, Alemania
ya estaba unida, no hubo un sólo disparo, no hubo violencia. El Muro había sido
derribado pacíficamente y gracias a un error burocrático.
El 10 de noviembre
amaneció soleado en Berlín, aunque haya sido un frío día de otoño.
Nota basada en el
documental de la ARD “Schabowskis Zettel. Die Nacht als die Mauer fiel.“ (La
nota de Schabowski. La noche que cayó el Muro“.)
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