viernes, 19 de noviembre de 2010

Las Soldaderas a cien años







La Jornada publica Adelita, Valentina y 'la coronela' perviven como leyendas de la Revolución

Exigen reivindicar a la Adelita y Valentina
La diputada federal, Adriana Fuentes Cortes, propuso que los nombres verdaderos de las revolucionarias se inscriban con oro en San Lázaro


Me robo del perfil en Facebook de Fausto Larraguível Lepe las biografías de tres mujeres de la revolución.
Ahora celebrando el centenario, creo que valdría la pena recordar a las famosas Adelita, Valentina, La Coronela, y María Pistolas, por tan sólo mencionar algunas de estas valientes mujeres que a principios del siglo XX se unieron a "la bola" y lucharon por la igualdad.

La presente información es del libro Mil quinientas mujeres en nuestra conciencia colectiva, de Aurora Tovar Ramírez, editado por DEMAC (Documentación y Estudios de la Mujer AC)

Adela Velarde Pérez
Nació en Ciudad Juárez en 1889 y murió en San Antonio Texas, Estados Unidos. Enfermera. Presunta inspiradora de la canción La Adelita. Se fugó de su casa y el 13 de febrero de 1913 se unió a las tropas carrancistas del coronel Alfredo Breceda, donde fungió como enfermera después de los combates de Camargo, Torreón, Parral y Santa Rosalía.


Existen varias versiones sobre su identidad. Según la explicación de Hugo del Grial, Adela Velarde atendió al sargento Antonio del Río, quien se enamoró perdidamente de ella, surgiendo de este romance el corrido mencionado. Trabajó durante 32 años en un puesto burocrático de la Secretaría de Industria y Comercio. En 1963 se le concedió una pensión como Veterana de la Revolución.






María Valentina de Jesús Ramírez Avitia

La biografía de la "Leona de Norotal" fue escrita por: Benjamín Luna Lujano, publicado originalmente en el periódico Noroeste de Sinaloa el 6 de noviembre de 2010-
Valentina, conocida como"La Leona de Norotal", participó en más de 20 batallas, incluida la toma de Topia, Durango, que duró tres días bajo el mando de Ramón F. Iturbe. Marchaba vestida como hombre y armada hasta los dientes.
Coronela de caballería que inspiró aquella famosa canción que se entonaban al calor de las fogatas. Valentina se unió al movimiento encabezado por Francisco I. Madero. Participó en la toma de Culiacán, Sinaloa, en marzo de 1911. El general Ramón F. Iturbe otorgó a esta mujer el grado de teniente.
De los 6 hermanos, sólo Valentina tuvo conciencia y valor para incorporarse a la Revolución a pesar de ser una niña de apenas 17 años, no vaciló el tomar el Winchester, aún siendo analfabeta; el resto de la familia negó toda participación.
Previo a su incorporación, platicaba Valentina, estuvo estudiando la forma de caminar de sus hermanos, de sentarse, saludar, hablar, y hasta la manera de montar a caballo pues ya había decidido vestirse de hombre para incorporarse a la Revolución.
A fines de noviembre de 1910, los revolucionarios pasaron por San Antonio Norotal, rumbo al mineral de Topia, Valentina y su padre los acompañaron, aprovechando que los hermanos se encontraban trabajando en la milpa, a unos cuantos kilómetros del pueblo. Valentina tomó la carabina, la pistola 44, las cartucheras, la ropa, el sombrero, botas, espuelas y caballo de su hermano Atanasio, el mayor de la familia, y se fue a la bola.
El atuendo es el mismo con el cual aparece en la fotografía de Yáñez, conocida ya por todos. En ella se observa como el atuendo le queda grande, pues el hermano medía 1.85 y ella 1.70 que para ser mujer era algo considerable. Ello le permitió, sin embargo, ocultar su fisonomía femenina desconociendo de mi parte, cómo le hizo para encubrir sus necesidades de mujer.



Valentina Teniente
El grado de teniente, Valentina, se lo ganó en dos intrépidas acciones: La toma de la fábrica El Coloso de Rodas, al capitanear un grupo de insurgentes contra las fuerzas federales que se encontraban disparando ametralladoras desde el interior de la industria, y en la embestida contra el coronel Luis G. Morelos que se encontraba posesionado del Santuario de Culiacán.
Fin de la Aventura Revolucionaria
Ese 22 de junio, dice Valentina, "al estarle dando agua a mi caballo a la altura de la isla de Orabá, éste me tiró el sombrero y un revolucionario que se encontraba a mi lado descubrió mis largas trenzas, llevándome con el general quien después de un interrogatorio, pues pensaba que era espía del enemigo, al descubrir que era mujer, sorprendido me felicitó pero de inmediato me dio de baja pues no admitía al igual que el general Villa a mujeres en sus filas, a partir de entonces se terminó todo olor a pólvora para mí".
Tristísimo epílogo para una fusilera revolucionaria
A principios de 1969, fue atropellada por un carro en la ciudad de Navolato lo que la dejó lisiada para el resto de su vida.
Al salir del hospital Valentina, y al ver la condición tan triste en la que se encontraba, el Ayuntamiento de Culiacán le trasladó al asilo de ancianos; a los días se fugó, diciendo: "prefiero morir junto a mis perros que morir prisionera".
En los últimos diez años, vivió prácticamente un infierno, ¿vivió?, se arrastraba en una tablita, por plazuelas, mercados, calles y callejones mendigando una migaja de pan, la Revolución no le mereció ni siquiera una silla de ruedas para los últimos días de su vida.
En 1979, Valentina vivía por la calle Josefa Ortiz de Domínguez en la colonia Alcanfores de Navolato, en un pequeño jacal construido de lámina, en el más absoluto abandono y aislada del mundo.
Siendo fiel devota de la Virgencita de Guadalupe, acostumbraba prender veladoras todas las noches- una para cada familiar fallecido- .
Tenía muchos perros, los quería como si fueran su propia familia, se dice que uno de estos animales tumbo una veladora, quemándose la casita con Valentina dentro. Cuando los vecinos rescataron su cuerpo tenía quemaduras de primero, segundo y tercer grado, siendo llevada de inmediato a la ciudad de Culiacán donde falleció el 4 de abril de 1979. Sus restos se encuentran en la fosa común del panteón Civil de Culiacán.


Amelia Robles Ávila
Nació el 3 de noviembre de 1889 en Xochipala, pueblo situado aproximadamente a 42 kilómetros al norte de Chilpancingo y a 60 al sur de Iguala, en el municipio de Zumpango del Río, Guerrero.
Hija de Casimiro Robles y Josefa Ávila. Su padre fue un ranchero acomodado, propietario de 42 hectáreas de labor y agostadero, quien tuvo una pequeña fábrica, aparentemente de mezcal, y durante algún tiempo trabajó como ayudante del comisario del lugar.

Muerto el padre cuando ella tenía tres años, su madre se casó tiempo después con Jesús Martínez, trabajador del rancho que se dedicaba al cuidado del ganado.
Los primeros años de primaria los estudió en Xochipala y Zumpango del Río, y en Chilpancingo el cuarto y el quinto, debiendo abandonar la escuela al estallar la Revolución, cuando tenía 21 años.
Educada en la religión católica, formó parte de la Sociedad de las Hijas de María de la Medalla Milagrosa. Amelia realizaba las tareas que cualquier jovencita aprendía en su casa y en la escuela: lavar, planchar y coser.
Sin embargo, pronto mostró afición por algunas actividades que no eran desarrolladas propiamente por las jóvenes de su sexo. Así, desde temprana edad aprendió no solamente a montar, sino a domar caballos y a lazar, y después a manejar las armas.
Deseos de aventura y libertad motivaron a Amelia Robles a "irse a la bola", aunque poco después se entregaría a la causa revolucionaria: "...vino la bola y me fui a la bola. Al principio no dejó de ser una mera locura, pero después supe lo que defiende un revolucionario y defendí el Plan de Ayala. Huerta había matado a Madero y fui contra Huerta. Carranza era sólo un mistificador de la revolución y combatí a Carranza".
Entre agosto y noviembre de 1911, Amelia asumió una comisión para viajar al Golfo de México con el propósito de obtener dinero de las empresas petroleras para la causa revolucionaria.
Amelia participó en las filas zapatistas, en las filas castillistas, así como en las tropas de Encarnación Díaz. En julio de 1915, Amelia Robles participó en la batalla de Puebla, como parte de las filas del general Encarnación Díaz. Acerca de su participación en esta campaña, tenemos el testimonio de Santos Velázquez:
De San Andrés Calpan nos metieron a San Martín Texmelucan [...] andábamos como veinte mil hombres juntos y [...] entramos a pelear como a las [...] cuatro de la mañana; se tomó la plaza como a las ocho [...] Allí peleó también la Güera Amelia [...] De ahí nos venimos otra vez a San Andrés, y de San Andrés salimos rumbo a [...] Los Frailes [...] Allí nosotros íbamos por delante, íbamos nueve por delante y la Güera Amelia iba con nosotros...
Según Bonifacio Salgada Mogica, sobrino del general Jesús H. Salgada, Amelia "fue de las primeras que estuvo en los combates" y había mandado a cerca de 600 hombres.
Después de la Revolución, Amelia Robles mantuvo una participación activa en coyunturas históricas particularmente importantes, posteriores al periodo revolucionario, pero por razones de espacio no profundizaremos en su actuación.
Su vida personal después de la Revolución también estuvo marcada por algunos hechos de gran relevancia, como su estadía en prisión en dos ocasiones.
En 1924 apoyó con las armas al gobierno de Obregón contra la rebelión delahuertista, actuando bajo el mando del general Adrián Castrejón Castrejón. Seguramente debido a su condición de mujer no se le respetó su grado, a diferencia de algunos hombres que se unieron a la doceava brigada, de tal suerte que Amelia peleó con el grado de sargento.

Después de esta campaña que la llevó hasta Chiapas y Tabasco, Amelia tomó la determinación de adoptar un nuevo nombre, personalidad e identidad que llevaría por el resto de sus días: ya no sería más Amelia Robles, la Güera Amelia o la coronela Amelia Robles, sino "el coronel Amelio Robles" o simplemente "el señor Robles", logrando que hombres y mujeres, revolucionarios y no revolucionarios, se dirigieran a ella así por temor o por haber aceptado su elección. La transformación de Amelia no se limitó a su nombre y a su indumentaria, sino que también se manifestaría en su vida sexual.
A partir de 1955 la coronela comenzó a realizar trámites en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), donde aparece su expediente en el Archivo de Veteranos con el nombre de Amelio Robles Ávila.
Su primer trámite data del 5 de febrero de ese año, cuando solicitó el estudio de sus antecedentes revolucionarios con la finalidad de obtener la condecoración del "Mérito Revolucionario", que no le sería otorgada sino hasta 1973.
En agosto de 1970 ya se le había reconocido oficialmente como "Veterano de la Revolución" por los servicios prestados durante el segundo periodo, comprendido del 20 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914. Posteriormente, en noviembre de 1970, se le comunicaría su ingreso como "legionario".
Entre diciembre de 1973 y enero de 1974 recibió, por órdenes presidenciales, una "ayuda económica" que sumó diez mil pesos.
Amelia solicitaría pensión vitalicia en 1974, por encontrarse en una situación crítica. La respuesta a su solicitud la tendría en octubre de 1975: "No existen antecedentes militares del interesado [...] Por lo que se concluye, que el precitado C. Amelio Robles Ávila, carece de personalidad militar reconocida por esta Secretaría..."
La coronela Amelia Robles dejó de existir el 9 de diciembre de 1984, cuando tenía 95 años de edad. Para el momento de su muerte solicitó dos cosas: que se le hicieran honores por sus méritos militares y que se le vistiera de mujer para encomendar su alma a Dios.
Desde marzo de 1990, en una de las habitaciones de lo que fuera su hogar, existe la Casa Museo "Coronela Amelia Robles", inaugurada por iniciativa de la Unidad Guerrero de Culturas Populares y otras instituciones, y gracias al interés y gusto del señor Rufino Robles, sobrino de la coronela.

María Arias Bernal, “María Pistolas”
por Erika Cervantes
María Arias es un ejemplo de la lucha que desde todos los ámbitos desarrollaron las mujeres durante la Revolución Mexicana para liberar al país del yugo de Victoriano Huerta tras del derrocamiento de Porfirio Díaz y el asesinato de Francisco I. Madero. María Arias formó el Club Femenil Lealtad para manifestarse en contra de los abusos de Huerta.
La apoyaron en esta empresa Dolores Sotomayor, Inés Malváez y Maria Luisa Rojas con las cuales organizó manifestaciones semanales en donde se pronunciaban discursos y se leían poemas y composiciones junto a la tumba de Francisco I. Madero
María Arias fue encarcelada por ello en más de una ocasión pero siguió trabajando por la causa revolucionaria. Su labor fue reconocida por Álvaro Obregón, quien a su llegada a la Ciudad de México le entregó su pistola como homenaje a su valor, lo que le ganó el apelativo de “María Pistolas”.
María Arias Bernal nació en la ciudad de México en 1884. A la edad de 18 años se graduó como maestra, profesión que ejerció hasta 1913 cuando se desempeñaba como subdirectora de la escuela Corregidora de Querétaro y se unió al movimiento maderista. Murió en la Ciudad de México a la edad de 39 años.





1 comentarios:

Jesús Alfredo dijo...

"Caritina" en realidad era maria pistolas??

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