Roberto Zamarripa escribe en su Columna Tolvanera de El Reforma:
"Los certificados de impunidad se reparten ya sea para sepultar las venganzas de Estado o para redimir a los concesionarios de la televisión. Así, el gobierno puede ejercerse con abusos e incluso revanchas contra opositores, pueden asesinarse activistas y dejar caer el peso de un siglo de cárcel contra los revoltosos sin límite.Si ése es el mensaje, cualquiera seguirá burlándose de la ley. Desde los mismos macheteros de Atenco -o lo que queda de ellos-, sus gobernantes, hasta los concesionarios de la televisión que tras la provocación y el daño causado son recompensados por la autoridad electoral.
La impunidad infecta los procesos democráticos. La manera en que las televisoras pervirtieron la elección intermedia de este año no tiene reversa. Las elecciones estarán dictadas por un poder fáctico antes que por el poder ciudadano. Habrá que votar para salir en la tele y si no tienen tele, como decía el payaso, llevan las de perder.
El "Usted disculpe" del IFE a las televisoras es una rendición anticipada. Los consejeros electorales han dicho que son incapaces de aplicar la ley. Si es así, mejor renuncien.
En medio de la tormenta, salen con sus brazos en alto el monopolio de las televisoras y su candidato preferido. Un tapado impune y una pírrica victoria en el mejor estilo: con la ayuda del árbitro."
***fin de la opinión de Zamarripa***
En México todo se vale y la única ley es la de la impunidad. Si en México no aceptamos ningún tipo de razón para obedecer la ley (moral o coercitiva) entonces para qué la queremos? pero reaccionamos de la manera más paradójica: a más impunidad, más leyes. Los legisladores sufren de diarrea legislativa y como si fueran Harry Potter, creen que por arte de magia arreglarán la impunidad. La mágica vigencia de la ley. Y luego, con esa marejada de leyes contradictorias, estúpidas e incomprensibles, a veces, inconstitucionales, se pretende que los jueces arreglen el problema.
Por otro lado, mientras tengamos Ministros timoratos que no entienden que su única vocación es proteger y garantizar la normatividad de la Constitución, no habrá manera de vivir en Constitución.
Las normas jurídicas son abstracciones, quienes las cumplimos o incumplimos somos de carne y hueso y parece que en México lo entendemos exactamente al revés.
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