viernes, 29 de mayo de 2009

Educación de los hijos, libre?


Hasta dónde puede intervenir el Estado y sus trabajadores sociales en la educación de los hijos?
Pueden intervenir cuando padres de la derecha radical adoctrinan a sus hijos? Cuando éstos llegan a la escuela portando en el brazo una swástica? o cuando el nombre del menor es "Adolf Hitler"?

En dónde se pueden trazar los límites de la intervención, cuando niños no sólamente portan swasticas o traen el nombre de un asesino, sino que hacen uso de expresiones de odio como "los negros merecen ser golpeados hasta la muerte"? El llamado caso de la swastica de Winnipeg, Canadá es una transgresión a la libertad de expresión y pensamiento, así como al derecho de educar a los hijos de una pareja de neonazis? Pueden unos padres austriacos llamar a su hijo "Adolf Hitler" en honor a aquél dictador infame?

En el caso canadiense los padres han perdido la custodia de la hija debido a la indotrinación y actualmente se debate en las cortes si pueden o no conservarla.

En Winnipeg son causas para remover a los hijos del hogar de sus padres el consumo de alcohol, drogas y la violencia doméstica. Sin embargo, la pregunta es si la adoctrinación por sí misma puede ser una causa para perder la custodia a favor del Estado? Qué pasa entonces con las familias religiosas radicales que educan a sus hijos para odiar a los homosexuales, o discriminar a las mujeres?

El Profesor Helmut-Harry Loewen de la Universidad de Winnipeg opina que se está abriendo la caja de pandora, pues se está removiendo la custodia de los hijos basado en las convicciones políticas o religiosas de los padres.

Es terríble que menores vivan con unos padres radicales que les indoctrinen en el odio y el fanatismo, pero puede -debe- el Estado intervenir?

2 comentarios:

MAAG dijo...

Si bien la línea es delgada, puede muy bien verse si se quiere. Luego, ¿cómo intervenir? Aquí creo que la herramienta mejor es la educación, es decir, los acuerdos sociales que se tengan en materia de educación. El programa escolar, pues, el pensamiento crítico y racional que logre permear las cabezas y que resistan así cualquier tipo de adoctrinación o fanatismo. Es más, como analogía, poco o nada puedo hacer para que mi abuela deje de decirle a mis primas que lavar los trastes es tarea exclusiva de ellas (si tan mal que lo hacen, por cierto), pero sí confío en que reciban en el aula de clases todo un bagaje de conocimientos que les permitan discernir que no hay exclusividad alguna en las tareas del hogar. Como fuere, yo siempre pido lavar los trastes: eso es exclusivo mío de mí.

E.V. dijo...

Ah, los dilemmas... Esto merece todo un debraye, que dado que ahorita estoy viendo cómo el Estado nos quita nuestros ingresos y grava nuestras actividades, no tengo tiempo para discutir.

Es bien padre decir que una idea puede cambiar el mundo, cuando uno piensa en cosas "lindas" como Imagine de John Lennon. Pero cuando uno piensa en estas "cosotas", el que las ideas puedan cambiar el mundo de repente asusta.

La libertad de expresión o las ideas, siempre ponen en jaque la intervención del Estado. Porque lo que está detrás -supongo- es la protección del cuerpo (al menos muchas veces): before this gets physical, let us stop it. Claro, hay ideas que no necesitan materializarse para hacer daño (hello, libel cases). Pero, qué difícil es siempre justificar una intervención cuando el daño no es visible (hello, seeing is believing).

Ash, tengo que estudiar.

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