martes, 6 de diciembre de 2011

Isaiah Berlin y la traición de la libertad

Hoy Andrés Manuel López Obrador publicó en La Jornada sus Fundamentos para Una República Amorosa. Sermón dominical disfrazado de discurso secular. 


Los valores que AMLO propone son: 
el derecho a la felicidad (que retoma del Constituyente de los Estados Unidos)
poder gozar del cielo, del sol, del aire puro, de toda la naturaleza,
el trabajo que nos gusta y hemos elegido libremente,
la armonía familiar, 
la comunión libre y afectuosa con todos los hombres,
la salud, y la muerte sin enfermedad,
el apego a la verdad, 
la honestidad, 
la justicia, 
la austeridad, 
la ternura, 
el cariño, 
la no violencia, 
la libertad, 
la dignidad, 
la igualdad, 
la fraternidad y a la verdadera legalidad. 
la no discriminación, 
la diversidad, 
la pluralidad y el derecho a la libre manifestación de las ideas. 

El objetivo lo comparto: la justicia y la legalidad, la igualdad y la libertad. Pero hacer una ¿constitución moral? 
Me preocupa mucho que habla de la familia, el concepto de familia es uno que parece inocuo pero no lo es, a partir de éste se formulan las políticas públicas y muchas otras normas. Laborales, educativas, de salud, migratorias, financieras, en fin, al hablar de familia no sólo se habla del Código Civil, se habla de cómo quieres que sea la sociedad, por eso me interesa mucho saber de qué concepto de familia habla AMLO y cómo entiende la relación del Estado para con ésta.
Por otro lado, habla de valores, ¿esos valores tendrán fundamentos religiosos, democráticos? habla de patriotismo, ¿qué patriotismo? uno de símbolos o uno constitucional. Le preocupa la constitución moral, llamar a filósofos y sociólogos para crear un documento fundamental sobre cuestiones morales, ¿será normativo? ¿qué valor tendrá? 
No menciona ni una sola vez a la Constitución mexicana, pero eso sí habla de rescatar las costumbres y usos de lo que él llama el México profundo. La palabra consenso no aparece en su discurso, y la palabra pluralismo aparece una cuando dice que "también" deben incorporarse valores de nuestro tiempo.

También deben incluirse valores y derechos de nuestro tiempo, como la no discriminación, la diversidad, la pluralidad y el derecho a la libre manifestación de las ideas.
En fin. 


***Arieta nos comparte esto:
México Profundo. Una civilización negada (1987) es una obra del antropólogo Guillermo Bonfil Batalla. La referencia de Obrador es probable que surja de allí. 
Aquí algunas reseñas:
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/316/31630716.pdf http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/diccionario/Diccionario%20CIESAS/TEMAS%20PDF/Castaneda%2023f.pdf 
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76038




Este texto fue parte de otro pero cuando leí la publicación de AMLO me acordé de él:


Isaiah Berlin en su libro “La traicion de la libertad. seis enemigos de la libertad” describe cómo el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau sobre la libertad y la autoridad, y su idea de la voluntad general, han pavimentado el camino de los grandes tiranos de la historia. El Filósofo concluye el capítulo dedicado al ginebrino diciendo que la tesis roussoniana sobre la voluntad general equivale a poder decirle a un hombre: “tú podrás creer que eres libre, tú podrás creer que eres feliz, tú podrás querer esto o aquello, pero yo sé mejor que tú qué es lo que tú quieres, aquello que te liberará” y es ésta, dice Berlin, “precisamente la siniestra paradoja de acuerdo con la cual un hombre que pierde su libertad política y que pierde su libertad económica, es liberado en un nivel mucho más alto, más profundo, más racional, más natural, el cual sólamente conoce el dictador o el Estado, o la asamblea o sólo la autoridad suprema, de forma que la más amplia libertad coincide con la autoridad más rigurosa y esclavizante...Rousseau [..] fué uno de los más siniestros y más formidables enemigos de la libertad de toda la historia del pensamiento moderno.”

En este capítulo, Berlin nos muestra cómo Rousseau en el afán de buscar una solución a la paradoja de la libertad ilimitada y la necesidad de reglas descarta el compromiso y se adhiere a la idea de que son lo mismo: “libertad y autoridad no pueden entrar en conflicto porque son una... entre más libre eres, más autoridad se tiene, y más obedeces...” La forma de unir ambos conceptos para Rousseau es fácil, se basa en la idea de que todos los hombres racionales quieren lo mismo pues “Lo que quiero necesariamente es lo que es bueno para mí, que es únicamente aquello que satisface mi naturaleza...” y como para Rousseau la naturaleza es armonía, entonces se sigue que “lo que yo realmente quiero, es decir, sólo aquello que satisface mi naturaleza, tiene que coincidir con lo que los demás –seres racionales- quieren y en consecuencia dos posibles respuestas a una pregunta genuina son incompatibles y ello es lógicamente imposible pues destruiría la armonía natural. Como la naturaleza es –debe ser- armoniosa (de otra forma se cae en la tragedia) y lo que satisface a un hombre racional necesariamente debe satisfacerlos a todos”, entonces Rousseau dice que “no es necesario buscar fines que entran en conflicto con otros fines, pues hay hombres que buscan estos fines porque son corruptos, porque no son racionales, porque no son naturales” y sigue “ser un hombre natural implica ser bueno, si todos los hombres fueren naturales, todos serían buenos, lo que buscasen sería algo que les satisfaga a ellos y a todos los hombres, unidos en un todo armonioso. Pues la unanimidad de los seres racionales que quieren fines racionales es un único fin. En el momento en que varios individuos en la asamblea se comprendan a sí mismos como un único cuerpo que tiene una voluntad única, la voluntad constante de todos los miembros del Estado se constituirá en la voluntad general.”
En el Contrato Social de Rousseau lo que se busca es que el individuo se rinda con todos sus derechos a la totalidad de la comunidad. “Si te rindes a la totalidad de la comunidad, como es que no vas a ser libre, ¿quién te obliga? Si no es X ni es Y sino el Estado el que te obliga. Pero ¿qué es el Estado? El Estado eres tú y los otros como tú, todos buscando el bien común.” En consecuencia nos explica Berlin, “Rousseau desarrolla su concepto de voluntad general que comienza con la noción inofensiva del contrato como un acuerdo voluntario, para después subir gradualmente a la idea de la voluntad general como la personificación de la voluntad de una gran entidad super-presonal”, y nos advierte Berlin, “no en el sentido del Leviatán de Hobbes, sino en algo como un equipo o un algo-más-grande-que-yo en lo que hundo mi personalidad sólo para encontrarla de nuevo.” Más adelante explica el filósofo “hay un momento místico en el que Rousseau misteriosamente pasa de la noción de un grupo de individuos con relaciones entre ellos voluntarias y libres, cada uno persiguiendo su propio bien, a la noción de la sumisión en algo que soy yo mismo, pero al mismo tiempo, es mayor que yo –la totalidad, la comunidad.” El problema que encuentra Berlin en esta construcción, y por la que cuenta a Rousseau como un enemigo de la libertad, es que la idea de la voluntad general, basada en la premisa de la armonía natural y la racionalidad de los hombres naturales lleva a la imposición del bien. Es decir, cuando uno se pregunta ¿qué es lo que yo deseo?, la respuesta racional siguiendo a Rousseau debe ser, aquello que satisface mi naturaleza y como debe haber armonía, la satisfacción de un hombre no puede chocar con la satisfacción verdadera de ningún otro hombre. Ahora, si yo sé que estoy bien, y sé que lo que busco es el bien verdadero, entonces quienes se oponen a mí están en un error. “Sin duda que ellos también piensan que buscan el bien, pero buscan en el lugar equivocado. Por ello, yo tengo el derecho de prevenirlos... Y este derecho lo obtengo en virtud de que si ellos supieran dónde buscar el bien, ellos buscarían lo que yo busco.” Y como se puede inferir, en virtud de que no todos los hombres saben dónde buscar el bien verdadero, pues no todos son racionales, ni naturales, entonces habrá que tratarles como incompetentes básicos y cabrían aquí conductas paternalistas justificables, es decir, que los hombres que sí han encontrado la verdad moral pueden hablar por ellos, en su nombre. Y es esta para Berlin la doctrina central de Rousseau, “la doctrina que lleva a la servidumbre y por esta ruta del endiosamiento de la noción de la libertad absoluta, gradualmente se alcanza la noción de despotismo absoluto.”
Un gobierno que pone “el interés superior de la nación” por encima de los intereses particulares se ubica como el hombre moralmente superior de Rousseau que sabe mejor que otros lo que es bueno o verdadero. La retórica no habla sobre compromiso, consenso, búsqueda de soluciones adecuadas, sentido común y respeto mutuo, respeto por los deseos de los demás, diálogo, tolerancia; no, habla de la voluntad general, de la voluntad común de todos, del interés superior de la nación, de la patria que requiere que los confundidos, corruptos, irracionales de nosotros dejemos de buscar satisfacciones equivocadas, no verdaderas. 


Eso de "auspiciar una manera de vivir, sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria" nos dice que hay dejar a un lado nuestra libertad de expresión y pensamiento, nuestra ideología, nuestra filosofía de vida o nuestra religión, nuestras convicciones, porque según él todo eso hace daño a México, a los intereses superiores de la nación, de esa unidad en la diversidad, de ese equipo que formamos los mexicanos y que nos representa a todos, que es nosotros, pero que es superior a nosotros, que representa el bien común que todos debemos perseguir, si somos racionales. Se confunde las partes con el todo.
Isaiah Berlin explica que según Rousseau, “el hombre que no ha podido reconocer la verdad, estará agradecido con el que sí la ha logrado descubir y se la pueda mostrar para descubrir su verdadero ser” y agrega “este es el corazón de su famosa doctrina y no hay dictador en occidente que en los años posteriores a Rousseau no haya usado esta monstruosa paradoja para justificar su comportamiento. Los Jacobinos, Robespierre, Hitler, Mussolini, los comunistas, todos ellos usan este mismo argumento que asegura que hay hombres que no saben lo que realmente quieren y por ello, al quererlo por ellos y en su nombre, les damos lo que en algún sentido oculto y sin que ellos lo sepan, ellos realmente quieren.”

2 comentarios:

Arieta dijo...

México Profundo. Una civilización negada (1987)es una obra del antropólogo Guillermo Bonfil Batalla. La referencia de Obrador es probable que surja de allí.
Aquí algunas reseñas:
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/316/31630716.pdf http://www.ciesas.edu.mx/Publicaciones/diccionario/Diccionario%20CIESAS/TEMAS%20PDF/Castaneda%2023f.pdf http://www.rebelion.org/noticia.php?id=76038

Geraldina GV dijo...

muchas gracias Arieta, los voy a ver. Saludos!

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