lunes, 6 de febrero de 2012

¿Una nueva Constitución?


El suplemento Enfoque del periódico Reforma publica un interesante debate este domingo, día en que se conmemora el 95 aniversario de la Constitución mexicana.
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¿Una nueva Constitución?
Carpizo y Valadés exhortan a los presidenciables a incorporar esta discusión en su agenda de prioridades
Por Octavio Ortega
Ciudad de México  (5 febrero 2012).-   Jorge Carpizo se pronuncia en contra de una nueva Constitución o un cambio profundo en el texto vigente, pues advierte que esta posibilidad también podría permitir retrocesos tales como desmantelar el Estado de bienestar.

En contraste, Diego Valadés se pronuncia a favor de una reforma profunda de la Constitución que le devuelva vigencia y que la coloque nuevamente como el referente que esté pautando la vida del Estado y de los ciudadanos.

Carpizo considera injusto que se le achaquen a la Constitución "todos los males", y afirma que el problema no es la ley sino los vicios de la realidad política y social.

Valadés advierte que, de no llevarse a cabo una refundación de la Constitución, avanzarán las actuales condiciones de deterioro de la norma, lo que haría indispensable, entonces sí, pactar un nuevo texto constitucional.

Ambos coinciden en que las 530 reformas que se han hecho en 95 años han vuelto poco práctica la aplicación de la norma, la han convertido en un documento reglamentario y de difícil acceso al ciudadano.

Carpizo asegura que el próximo presidente de la República debe centrar el debate que desde 1998 está abierto en torno a la vigencia de la Constitución, recopilar todas las ideas que existen al respecto y proponer las reformas específicas que se requieran.

Valadés conmina a los aspirantes a la Presidencia a iniciar esa discusión pública desde el primer día del próximo sexenio, en aras de garantizar la gobernabilidad del país.

¿Debe México avanzar hacia una nueva Constitución o es viable seguir haciéndole reformas?

Jorge Carpizo: 

La creación de una nueva Constitución no es un problema teórico ni académico, sino de la realidad: un país tiene una nueva Constitución cuando existe una ruptura jurídica, política y social. Esta ruptura puede ser pactada o no pactada, generalmente las no pactadas son en forma violenta y las pactadas en forma pacífica. En este momento en México no hay esa ruptura, ni pactada ni no pactada... sí vamos a tener una nueva Constitución cuando la realidad imponga esta necesidad.

En este momento no veo factible ni conveniente una nueva Constitución: nuestra Constitución es actualizada a través de muchas reformas, no estoy de acuerdo con una serie de reformas porque han sido inútiles, pero varias han sido muy positivas. Hoy en día, la Constitución de 1917 ha admitido casi todas las instituciones constitucionales de la segunda posguerra mundial; claro, aún habrá que hacerle otras reformas.

La Constitución tiene un diseño institucional o ingeniería constitucional adecuado, indudablemente perfectible. Los principios esenciales de nuestra Constitución son respeto a los derechos humanos, en todas sus vertientes; soberanía popular; división de poderes; sistema representativo; sistema federal; el principio de no reelección del presidente de la República; el control del poder, y garantías procesales para hacer valer las normas constitucionales en caso de que éstas sean violadas.

Se le atribuyen a la Constitución una serie de males, y los males no son de la norma, sino son vicios de la realidad política y social. Por ejemplo, ¿en qué norma de la Constitución se encuentra aceptada la gran corrupción que hay en México?, ¿en qué norma se encuentra la irresponsabilidad de los poderes políticos?, ¿en qué norma se encuentra el fraude electoral de otras épocas?, ¿en qué norma está la destrucción de la moral pública, la virtud cívica y el patriotismo?

Para cambiar una Constitución hay que saber qué queremos y cómo lo vamos a hacer. Yo quiero cambios pacíficos.

En el México actual, ¿es posible que las principales fuerzas políticas, sociales, económicas, de la cultura se pongan de acuerdo en un nuevo pacto social? Yo tengo dudas, si a veces no se ponen de acuerdo ni en aspectos pequeños y no tan importantes. Entonces, mi miedo de una nueva Constitución es que, en las circunstancias actuales de México, se vayan a dar retrocesos.

Diego Valadés: 

México está viviendo en este momento una etapa que podemos caracterizar como de "desconstitucionalización", esto puede sonar fuerte, pero no se refiere a que haya violaciones expresas o particulares con relación a algún precepto o a alguna serie de preceptos constitucionales, quiere decir que se ha perdido la Constitución como un referente para pautar la vida cotidiana del Estado y también como referente de los propios ciudadanos. En Derecho distinguimos entre la norma vigente, aquella que en efecto se encuentra, que ha sido aprobada conforme a un proceso legislativo o de reforma constitucional, y la norma positiva que es aquella que se aplica de manera efectiva. Estamos viendo que numerosos aspectos de la Constitución no se aplican de manera efectiva, lo vemos a diario. La Constitución establece, por ejemplo, que no hay fueros en el país y, sin embargo, advertimos que en la práctica los militares están siendo beneficiados por un fuero extraconstitucional, incluso que contraviene las normas de la Constitución.

Lo mismo ocurre con algunos elementos del clero mexicano: se ha aceptado públicamente que han incurrido en actos de pederastia, han incluso pedido perdón públicamente y no ha habido ninguna sanción de carácter jurídico con relación a ellos. Esto se puede multiplicar. El artículo 123 se refiere al derecho al trabajo, sin embargo en México no tenemos un sistema de seguro de desempleo, de manera que el derecho al trabajo que establece la Constitución es un derecho vacío. Así podríamos analizar varias disposiciones.

¿A qué ha llevado esto?, a que uno de cada dos mexicanos, el 57 por ciento, considera que la Constitución no responde a las necesidades nacionales y que uno de cada cuatro mexicanos, el 24 por ciento, diga que necesitamos una nueva Constitución. Ésta es una encuesta que se hizo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en 2003, que se replicó en 2010, y que nos ofrece por lo mismo un pulso muy directo de lo que la sociedad está pensando. En cuanto a opinión personal, debemos intentar la reforma; de no llevarse a cabo una reforma oportuna, suficiente, satisfactoria y eficaz, entonces cuando lleguemos al Centenario de la Constitución, en 2017, las condiciones de deterioro, por lo que respecta a la percepción social de la Constitución y por lo que respecta a la vigencia de las instituciones que la Constitución prevé, harán casi indispensable un nuevo texto constitucional.

Carpizo: 

Es un problema muy serio lo que dice el doctor Valadés, y tiene toda la razón, grandes partes de la Constitución no se cumplen. A pesar de ello, en los últimos años hay un esfuerzo por acercarse al cumplimiento de la Constitución. Voy a tomar un ejemplo de lo que decía el doctor Valadés: el artículo 123, que todos sabemos que se refiere al derecho al trabajo. La tesis más importante de la Constitución de 1917 es la realización de la justicia social, es decir que todos los mexicanos lleven una vida digna, es obvio que esto no sucede cuando la mitad de los mexicanos se encuentran en algún grado de pobreza, pero tampoco se cumple cuando el desempleo ha ido aumentando, cuando 7 millones y medio de jóvenes, los famosos "ninis", no tienen oportunidad de empleo ni de trabajo. En una nueva Constitución podemos dar pasos hacia atrás en este aspecto de la justicia social, y no son imaginaciones. Veamos qué está pasando en Europa. Los países más ricos de Europa occidental están desmantelando su Estado de bienestar; entonces, mi miedo es que ante una nueva discusión, pues con el argumento de que no hay dinero, que es lo que está pasando en Europa occidental, demos pasos hacia atrás.

El gran problema de la Constitución mexicana de 1917, y es por lo que hay que luchar, no es que sea una Constitución deficiente, aunque coincido con el doctor Valdés, hay que hacer reformas, pero reformas muy precisas.

Muchas de las reformas que se han hecho a la Constitución no son para resolver problemas, sino son elucubraciones académicas o políticas por intereses personales o de grupo.

Si no resolvemos una serie de problemas muy concretos de México, desde luego que podemos llegar a una situación en que se necesite una nueva Constitución, y como yo tengo mis dudas que pueda ser pactada, pudiera ser en el marco de una convulsión social.

Lo que primero se necesita en México, con urgencia, es el cumplimiento cabal y total de la Constitución: el verdadero resplandecimiento del Estado de derecho, pero ahí tenemos problemas muy serios, no sólo del gobierno, sino de la sociedad, que es muy tolerante a la corrupción y a la impunidad.

Valadés: 

Una de las expresiones del doctor Carpizo se refiere a que hay vicios que resultan de la realidad, estos vicios han tenido un impacto devastador para la norma constitucional. Lo voy a poner en estos términos: cuando la Constitución fue redactada, en Querétaro, estaba compuesta por 22 mil palabras, hoy la Constitución está integrada por más de 50 mil palabras, alrededor de 55 mil palabras, sólo la Constitución de la India es más extensa en número de palabras que la mexicana, hay otras que son más extensas en número de artículos, pero no en número de palabras. Hemos llevado a la Constitución aspectos que no son de naturaleza constitucional, sino de naturaleza reglamentaria; por ejemplo, regular hasta el hecho de que los spots de carácter político sean de 20 segundos aparece en la Constitución, de manera que si quisiéramos hacer spots de 15 segundos o de 30, tendríamos que reformar la norma... esto hace que nuestra Constitución sea absolutamente disfuncional y que sea muy difícil aplicarla con rigor, entre otras cosas porque es una Constitución reglamentaria que no permite su adecuación paulatina a la realidad.

En segundo lugar porque los ciudadanos no la conocen, se ha vuelto una norma para abogados. Podemos advertir que en México, por ejemplo, no hemos podido escribir un tratado de derecho constitucional, y no porque no tengamos elementos para hacerlo, sino porque la Constitución no nos lo permite porque la están cambiando con una frecuencia inusitada. Escribir un tratado nos puede llevar cinco o seis años, cuando terminemos el tratado ya la Constitución a la que nos refiramos es otra.

Si eso nos pasa a nosotros los especialistas, imaginemos qué ocurre con un ciudadano que si va a la librería a comprar un ejemplar de la Constitución, muy probablemente el que le están vendiendo ya está desactualizado. Tenemos, por tanto, un problema acumulado, de lo que el doctor Carpizo menciona como vicios de la realidad que han impactado en la norma constitucional y que la han empobrecido, necesitamos por lo mismo, si no una nueva Constitución sí una Constitución reformada y una Constitución refundida, o sea una Constitución que sin cambiar lo que tiene lo ponga en términos sensatos, coherentes, asequibles para todos los sectores, aunque no sean abogados.

¿El próximo presidente de la República debe convocar a un gran debate nacional de cara al Centenario de la Constitución previsto para 2017?, ¿qué objetivo debe tener este debate?

Carpizo: 

Desde 1998 estamos en este debate: una nueva Constitución, una Constitución con nuevas reformas, una Constitución que no se toque. Y han existido cuando menos tres grandes ejercicios, donde se han presentado centenares de ponencias, contradictorias entre sí, y el resultado ha sido casi nulo. ¿Discutir una Constitución siempre será saludable?, no. Hay que discutir algunas reformas muy precisas, no volver a abrir este ejercicio que está desde 1998 y que nos ha llevado a pocas reformas de peso.

Por un lado está la crítica, que tiene cierto grado de razón, de que han existido muchísimas reformas constitucionales, pero por otro, las fuerzas políticas quieren que todo quede en la Constitución, lo que se refería el doctor Valadés, y nos dio un ejemplo, es absurdo, pero todo debe quedar en la Constitución. Si cuando se creó la original Constitución se atacó mucho que el artículo 27, para el campo, y el artículo 123, para el trabajo, eran reglamentarios, ahora tenemos muchísimos más artículos reglamentarios: todo lo que es lo electoral. ¿A qué se debe esto? Hay una gran desconfianza entre las fuerzas políticas del país, hay una gran desconfianza de fuerzas sociales hacia los políticos y se siente que lo único que puede asegurar es la reforma constitucional y ponemos en la Constitución cosas que deben estar en la norma secundaria.

El próximo Presidente debe de centrar la discusión, él debe de proponer una serie de reformas para solucionar problemas en el país. Se ha dicho de todo, hay centenares de ponencias, cosa de que designe a un grupo técnico para que estudie todo lo que se ha dicho desde 1998 y se propongan ciertas reformas. Y quiero referir algunos objetivos: el cumplimiento de la Constitución, la gobernabilidad, el reforzamiento de la cultura del Estado de derecho en nuestro país, y esta función no es solo de ningún Presidente.

A la norma jurídica no le podemos dar efectos milagrosos que deseamos. No es la realidad que el cambio de la norma va a modificar la realidad o la mentalidad de las personas. Tenemos que ir a otros caminos: mayor educación constitucional, mayor conocimiento de las normas, una cultura de la legalidad.

Valadés: 

Sin duda, debe hacerlo no sólo con relación a un importante acto que será la conmemoración del Centenario de la Constitución, sino con algo más importante todavía, que es la gobernabilidad del país. El objeto de un gran debate sobre la Constitución mexicana debe tener por eje la gobernabilidad democrática de México y no se debe aplazar este debate a 2017, debe darse en 2012. Lo que he advertido es que los dos precandidatos de los partidos que ya están definidos han cerrado la posibilidad de discutir reformas clave, como por ejemplo, la organización del poder y el sistema representativo. No sabemos todavía qué posición vaya a tomar quien resulte candidato del tercer partido que está todavía pendiente.

El hecho real es que en México hemos avanzado en el orden democrático electoral, pero nada más en ese, no hemos avanzado en la democratización de las instituciones y en algo que acompaña a todo sistema democrático, que es la responsabilidad política de los gobernantes. No tenemos forma de imponer responsabilidades políticas por el ejercicio indebido del poder, por las insuficiencias que se dan en el poder, por las distorsiones del poder, por los procesos de corrupción; porque no existen mecanismos de control construidos en favor de nuestros representantes y en favor de la democracia. Por ejemplo, un tema muy claro que ya fue rechazado es el de la reelección de los legisladores, porque los partidos han optado por conservar las posiciones electorales en el Congreso como una forma de satisfacer a sus diferentes clientelas y no como una manera de consolidar al sistema representativo que permita ejercer controles más eficaces con relación al gobierno.

Este es un debate que se tiene que dar, que no debe esperar a 2017. Si esperamos a dar un debate en 2017, ya no va a ser sobre reformas que garanticen la gobernabilidad democrática del país, sino sobre un cambio total del sistema constitucional y esto nos puede llevar por otros caminos que en estos momentos no hemos previsto.

¿La clase política está al nivel que se requiere para poder llevar a cabo un proceso para hacer cambios o una nueva Constitución?

Carpizo:

Podemos tener las mejores normas y no van a funcionar bien si en los cargos de mayor responsabilidad no está la gente adecuada. El derecho es una estructura que necesita ser vivificado con la voluntad y la acción de los gobernados y de los gobernantes, y en los últimos años pareciera que muchos de los principales responsables de las instituciones mientras más pequeños y menos capaces sean pues es mucho mejor.

El siglo XIX mexicano fue un cambio constante de constituciones porque pensábamos que iba a resolver los problemas, y no resolvieron los problemas porque faltó quienes pudieran aplicar muy bien esas normas. Por ello tengo esa visión del país que ojalá esté equivocado: veo en México una quinteta de la muerte que nos tiene erosionados todos los aspectos sociales, políticos y económicos. Esta quinteta: poder arbitrario o irresponsable, la responsabilidad es algo importantísimo; el dinero mal habido; corrupción, impunidad y un ambiente de mentira que ya no se sabe a quién creer. Entonces, debemos fortalecer una serie de instituciones para combatir a esta quinteta de la muerte.

Valadés:

No. Categóricamente no la veo. La clase política de México en 2012 es históricamente la más pobre que ha tenido México en dos siglos de vida independiente, de lucha por la independencia. Esto no se debe a cuestiones personales. No quiere decir que no tengamos en 110 millones de mexicanos al número suficiente de personas capacitadas, desde el punto de vista intelectual y de formación en todos sentidos, para formar parte de una gran clase política. Lo que ocurre es que no hay condiciones institucionales para que haya una clase política. Una clase política sólo se forma con dos elementos: sistema de partidos y sistema representativo, y los dos los tenemos profundamente erosionados, tan es así que el sistema de partidos está fracturado. Lo podemos corroborar cuando en las dos Cámaras los partidos votan de manera distinta, e incluso bloquean las reformas en una Cámara, que se han aprobado en la otra por parte del mismo partido. Hay un mal diseño en el sistema de partidos en México. El hecho de que sólo podamos integrar partidos políticos cada seis años es inconstitucional, es una restricción que hace el Cofipe que no corresponde a la libertad de asociación que la Constitución establece.

Sin un sistema de partidos y sin un sistema representativo fuertes, la clase política seguirá siendo tan mediocre como la que hoy tenemos. Una clase política que no es sensible a las necesidades sociales y políticas y de transformación del país significa una clase política que no puede, merced a su calidad, hacerse respetar y que por lo mismo tiene que recurrir a procedimientos de distorsión en el ejercicio del poder que envilecen la vida política del país y se tiene que corromper. La corrupción del país y de la vida política del país no se debe a que los mexicanos seamos una especie de animal diferente del resto del mundo, somos los mismos seres humanos en todo el planeta, nada más que en esta parte del planeta las condiciones institucionales favorecen la corrupción y favorecen la incapacidad de la clase política.

Conclusiones.

Carpizo:

Hay que ver la tesis primordial de la Constitución de 1917, incumplida después de 95 años, hay que regresar a ella. Si a mí me preguntaran qué es lo más importante, tomaría el aspecto de justicia social, porque es la columna vertebral de nuestra Constitución.

Hagamos una realidad todos los derechos de justicia social que se encuentran en la Constitución. ¿Cómo le debemos los mexicanos de hacer honor a esa Constitución?, antes que nada cumpliendo con todos los postulados de justicia social que son 169 derechos sociales, ¿y cuáles se cumplen? Pocos y muy mal.

Valadés:
Hacer una nueva Constitución efectivamente conlleva el riesgo de que perdamos el Estado de bienestar. Ahora bien, si la sociedad mexicana es lo suficientemente débil para permitir que sus dirigentes políticos conservadores puedan privarla de los derechos que corresponden en el Estado de bienestar y de las diferentes formas de prestación a las que está obligado el Estado por virtud de los derechos sociales, querrá decir que tenemos un cuerpo social profundamente debilitado y en esas circunstancias no debemos adoptar una actitud resignada y condescendiente, a la sociedad habrá que orientarla, y la responsabilidad de sus dirigentes políticos, de sus dirigentes intelectuales, de sus dirigentes sociales será evitar que se lleve a cabo un atraco en contra del constitucionalismo social mexicano y además construir las nuevas bases del constitucionalismo mexicano.


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Fecha de publicación: 03-Feb-2012







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