Leí mal la invitación, que decía caracteres y no palabras, y escribí un texto mucho más largo del que aparece en la revista, así que he decidido compartirlo aquí. De todas maneras compren la revista pues además de ser muy buena, trae artículos y notas interesantes, fotos muy padres y en general es un proyecto que merece apoyo.
Comento que me llamó muchísimo la atención que en Sanborns no la tenían en exhibición, pregunté por ella y de la bodega me la dieron, el señor inmediatamente que me la entregó huyó y no tuve oportunidad de preguntarle por qué no estaba en el estante. No lo volví a ver. Ojalá y haya sido casualidad y no lo que pensé: "¿cómo vamos a exhibir aquí en el estante una revista gay?" Si es el caso, FAIL a Sanborns y les invito a exigir que la revista la pongan junto a otras que, como OhM, hablan de cotidianeidades, política, moda, temas como "salir del clóset" o "salud sexual", nada que no se lea en Cosmopolitan que para el caso tiene textos mucho más explícitos.
Acá mi texto:
De
granitos de arena y autenticidades
Geraldina González de la Vega
«Cuando los nazis vinieron a buscar a los
comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.»
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.»
Martin Niemöller
Comienzo con esta cita
-muy usada recientemente en México gracias a Javier Sicilia, quien erróneamente
se la atribuyó al dramaturgo alemán, Bertolt Brecht-, pues hace un par de días
la usó un chico que se acercó a mí después de que impartí un taller sobre
diversidad sexual junto con mis compañeros de Ombudsgay. Este chico
universitario me hizo dos preguntas que me parecen pertinentes en este texto,
pues es el mismo tema que me trajo a las páginas de OMH: ¿Cómo haces la
diferencia ante una sociedad hostil hacia la diversidad sexual? ¿Por qué siendo
buga participas en esta lucha?
Comienzo por
presentarme: mi nombre seguramente ya lo leyeron debajo del título, en twitter
soy geraldinasplace y por lo general soy Geraldina “a secas” o Gera, soy
jurista y me he especializado en el derecho constitucional y derechos humanos.
Vivo en Alemania desde 2004 estudio un posgrado y desde 2010 me dedico a
estudiar, analizar y defender temas relacionados con la diversidad sexual. Mi
interés por los temas relacionados con la sexualidad y el género surgió gracias
a la discusión pública que desató la aprobación del matrimonio igualitario en
el D.F. En mi cuenta de Facebook lo defendí de manera pública ante mis
familiares y amigos. Las reacciones de algunos de ellos fueron muy agresivas,
llenas de prejuicios y ofensas, y llenas de argumentos desinformados para mi
gusto. En ese tiempo empecé a usar activamente mi cuenta de Twitter para
defender la reforma de la
Asamblea del D.F. Siempre he creído que en un Estado
constitucional, es decir, uno basado en los derechos y la democracia, no hay
cabida a la discriminación por orientación sexual o identidad de género.
El Estado no puede
excluir a nadie del disfrute de ningún derecho o libertad por tener atracción o
deseo sexual de personas de su mismo sexo, el Estado no puede tratar diferente
a quien tiene una identidad diversa a la que culturalmente se nos dice debe
corresponder a nuestro sexo. El Estado no puede prohibir a ciertas parejas la
posibilidad de formalizar su decisión de compartir un plan de vida y el
matrimonio no es solamente la formalización de derechos y obligaciones, es –también-
un mensaje, un símbolo, y este mensaje es el que hacía falta a muchas parejas
que en el D.F. podían unirse en sociedades de convivencia. Comprendí que las
familias se forman independientemente de lo que el Estado diga o no diga, y que
prohibir a los matrimonios homosexuales adoptar, lastimaría a muchos niños que
ya viven con dos mamás o dos papás, pero que solamente uno o una es el padre o
la madre en el papel.
Defendí ambas cuestiones
sin ser homosexual, ni tener familiares ni amigos gay cercanos. No hace falta
conocer personalmente a quien le sean violados sus derechos para ponerse en sus
zapatos. Al entrar al mundo de Twitter conocí virtualmente a muchas personas
homosexuales que hoy son mis amigos y amigas, a quienes estimo y respeto y
quienes deben tener todos los derechos, a ser respetados en su diversidad y a
ser entendidos en su igualdad como seres humanos. Pero la verdad es que no
necesitaba “conocer a alguien” para comprender que discriminar a una persona
por su orientación sexual está mal y es incorrecto.
Desafortunadamente, a
pesar de lo que las normas y las sentencias de las cortes digan, la
discriminación y las ofensas que muchas personas homosexuales siguen sufriendo
en todos los ámbitos de sus vidas sigue siendo la constante. Desde la negativa
a inscribir a sus cónyuges en la seguridad social o la imposibilidad de unirse
en matrimonio en todos los demás Estados de la República , hasta correr
el riesgo de “ofender a alguien” por darle una muestra de cariño a su pareja.
Como si viviéramos en
el medievo, hay quien considera que el Estado debe regular nuestra intimidad,
nuestra identidad, nuestra sexualidad, nuestra reproducción, y peor, creen que
si esto no se hace, la sociedad sucumbirá en un cataclismo, sufriremos de
calamidades, “La Familia ”
caerá en desgracia y, probablemente, la especie humana se borre de la faz de la
tierra.
Entre enero y agosto
de 2010, gracias a la acción de inconstitucionalidad que interpuso el
Procurador General de la
República en contra de la reforma del D.F. las agresiones
verbales y físicas fueron muy duras, se dijeron y publicaron toda clase de
falacias. La favorita: equiparar la homosexualidad con la pedofilia. Mi
favorita personal “¿y cuándo nos vamos a poder casar con nuestros perros?”, da
muestra del nivel de argumentación. Es
difícil responder a estos cuestionamientos.
También se culpó a las
personas homosexuales del temblor de Haití y de algunos huracanes y tornados.
Se dijeron tantas barbaridades, que yo cada vez hice más mío el tema. Era
verdaderamente irritante leer a tanta gente repitiendo dogmas, falacias y
mentiras. Todo ello con la intención de pavimentar una mayoría en la Corte para echar atrás la
reforma del D.F. y relegar a las parejas del mismo sexo a un “matrimonio”
descafeinado y a condenar a la invisibilidad a las familias homoparentales.
Para marzo o abril me
buscó Alejandro Juárez quien coordinaba entonces el proyecto Ombudsgay dentro
de la organización de defensa de derechos humanos I(dh)eas. Alejandro me invitó
a colaborar en un informe como amigos de la Corte (Amicus Curiae) que presentarían ante la Suprema Corte mexicana
defendiendo la reforma de la
Asamblea del D.F. Me tocó redactar los argumentos para la
parte más controvertida: adopción por parte de matrimonios homosexuales. Para
mí era claro que al permitirla, se protegía a los niños, y no al revés, como
alegaba el Procurador y los grupos conservadores. Hice una intensa
investigación sobre el tema, leí estudios, en fin. Me di cuenta de mi visión
estereotipada de muchos aspectos de la vida, mi heteronormativismo me asustó.
Se abrió para mí un mundo interesantísimo, abierto, plural, diverso, de vidas
autónomas y libres que buscan ser tratadas como iguales, que buscan desterrar
los dogmas, los prejuicios, la predeterminación y lo predestinado, que buscan
ser auténticas. Me apasionó, me atrapó.
Hasta entonces jamás
había leído nada sobre género, sobre derechos de la comunidad LGBTI (confieso
que me sonaba a un sandwich que pedía de niña. BLT: bacon, lettuce and
tomatoe), ni sobre derechos sexuales y reproductivos. Al menos no como tema
central. Desde entonces mi especialidad en teoría de la constitución y derechos
se ha enfocado al tema de familias diversas y derechos sexuales y
reproductivos.
La definición de lo
que se entiende por familia y el contenido de la obligación de su protección
que se deriva de la
Constitución es el tema que trabajo actualmente. Intentar
encasillar en un concepto una realidad dinámica, como lo son las relaciones
familiares resulta peligroso, dictatorial. Y es esa precisamente la cuestión
que gira en torno a la diversidad, ¿cómo hacer compatible una obligación a
proteger a las familias sin definirlas permitiendo su pluralidad? –es decir, sin
imponer desde el Estado un modelo-.
Mi participación en
ese informe de matrimonio del D.F. fue mi entrada a Ombudsgay, que para verano
de 2010 se independizó y conformó un equipo, pequeño, pero con muchas ganas de
incidir en la igualdad y no discriminación. Alejandro me invitó como
Coordinadora Jurídica y desde entonces he participado como apoyo y asesora
jurídica. Tenemos muchos planes, muchas ideas. Hay mucho por hacer. Hace falta
lucha seria por los derechos del colectivo LGBTI en México, lucha que realmente
incida y que provoque un cambio, que se refleje en las normas y políticas
públicas. Hacen falta referentes de este tipo para la lucha de la diversidad
sexual en nuestro país, quiero que Ombudsgay sea uno de ellos.
En 2011 coordiné un
informe Amicus Curiae para apoyar el caso de Karen Atala ante la Corte Interamericana ,
jueza chilena a quien le fueron removidas de su custodia sus tres hijas por su
orientación sexual. Este fue el primer caso que por discriminación por
orientación sexual llegó hasta la Corte.
Conocí a Karen a través de twitter y la estimo mucho, cuando
en febrero se anunció la sentencia favorable a ella y sus hijas sentí una
enorme emoción, después de 7 años de injusticias, de discriminación, de
señalamientos, de ofensas, Karen fue compensada; y gracias a Karen y a sus
hijas, el continente americano tiene ya jurisprudencia que obliga a los Estados
miembros del sistema interamericano a respetar y tratar con igualdad a todas
las personas homosexuales y a sus familias. El haber sido parte de eso, ver mi
nombre, junto al de Ombudsgay en un pie de nota en esa sentencia me llena de
satisfacción, pues sé que con granitos de arena logramos incidir en los cambios
que van llegando.
Y desde 2010, como una
ola, hemos visto poco a poco cambios significativos en el País, en el
continente y en algunos lugares del mundo. La ONU ha demostrado su interés en llamar la
atención a los Estados para evitar la violencia contra el colectivo LGBTI. Se
han emitido varias declaraciones, tanto de la Asamblea General ,
como de comités de derechos humanos. La misma OEA ha emitido ya cuatro
declaraciones llamando al respeto de la diversidad sexual. Este año, Navi
Pillay, Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, publicó un
informe sobre violencia contra las personas por orientación sexual e identidad
de género.
En México, es
lamentable la omisión por parte del Gobierno Federal y los gobiernos de todas
las entidades, a excepción del D.F. En los últimos años el colectivo LGBTI ha
perdido a importantes activistas, muertos a causa de la homofobia y la
transfobia. Sin embargo, la diferencia se hace con acciones pequeñas pero
significativas: en diciembre de 2011 lograron casarse en Quintana Roo dos
parejas homosexuales, pues el código civil de esa entidad no habla de
matrimonio heterosexual, solamente dice “personas”, y la semana pasada una
pareja de mujeres obtuvo un amparo en Oaxaca que declara inaplicable la norma
que establece que el matrimonio es entre un hombre y una mujer por ser
contrario a la Constitución. Ellas
podrán casarse pronto. Es posible también, que muy pronto la Corte se pronuncie de nuevo
sobre este tema al atraer un amparo contra la exclusión de parejas homosexuales
para contraer matrimonio.
Disculparás lector que
saque aquí la cuestión electoral, pero sí importa. Al decidir por quién votas,
mira las posturas de los candidatos y candidatas sobre el tema de diversidad
sexual y vota por quienes apoyen la igualdad. Es importante.
Los cambios vienen,
ahí están, y aunque no me atañen directamente, los disfruto como míos. Me
beneficio de ellos, pues una sociedad plural, democrática y respetuosa de la
diversidad, al final del día me beneficia también a mí.
Comencé este texto
contando una historia. La semana pasada fuimos invitados a impartir un taller
sobre diversidad sexual a la Universidad
Iberoamericana , el primero que esta Universidad realiza sobre
este tema. Fue un orgullo que Ombudsgay fuera invitado para ello. La
experiencia fue importante, nos mostró que hay mucho por hacer, aún ante los
jóvenes. Yo hubiera pensado que en las universidades, el tema de la diversidad
sexual no sería ya un tabú. Sin embargo, todavía uno encuentra muchos
prejuicios en las aulas universitarias, estereotipos arraigados y comprensiones
heteronormativas de las relaciones, de los roles, de la sexualidad. Al concluir
el taller se acercó uno de los alumnos de Derecho a quienes lo impartimos, un
chico con ganas de incidir, de “hacer algo”, y me hizo estas dos preguntas que
entonces le respondí y que ahora me tocó narrar aquí.
Cuando estamos en
trabajo de Ombudsgay no me gusta “aclarar” que soy buga, para mis compañeros es
un tema importante dicen, pues muestra que la lucha por la igualdad del
colectivo LGBTI es una cuestión que atañe a todos, pero para mí implica
contradecir precisamente la razón por la que defiendo la igualdad y
precisamente porque en otros aspectos debe dar lo mismo si soy buga o soy gay,
cuando trabajo como parte de Ombudsgay, o en cualquier otro sitio, debe dar lo
mismo cómo me asumo, a quién deseo y qué sexo biológico tengo.
En julio de 2010
participé en un foro a propósito de las deliberaciones de la Corte , mi ponencia se tituló
“ser gay es bueno” y desde entonces he procurado usar esta frase en otras
ocasiones. La última vez que la usé, me reclamaron que por qué no decía “ser
gay no es malo” y que por qué promovía la homosexualidad. Traigo aquí esta
cuestión porque para mí el quid del asunto está precisamente ahí:
Ser gay es bueno,
igual que ser buga. Ser gay es igual a ser buga. Ser buga no es mejor, como
tampoco ser gay es mejor, son orientaciones que no pueden valorarse así. La
diversidad sexual es buena y hay que celebrarla –y respetarla. Si partimos de
esas premisas, veremos que nuestros argumentos cambian y dejan de ser falaces.
Entonces, a la
pregunta de ¿Por qué una buga lucha por los derechos de la comunidad LGBTI?
Respondo, por congruencia. Porque creo en la igualdad, creo en la diversidad.
Creo en el respeto irrestricto a la dignidad, creo que cada ser humano tiene
derecho a ser, a buscar su identidad, a soñarla y a proyectarla y todos tenemos
la obligación de respetarla. Creo, como “La Agrado ”, que una es más auténtica, cuanto más se
parece a lo que ha soñado de sí misma.
A la pregunta de ¿Cómo
haces la diferencia? Respondo con un cliché: las playas, aunque tarden tiempo,
se forman con millones y millones de granitos de arena.
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