domingo, 7 de marzo de 2010

A qué se opone la derecha

A qué se opone la derecha
Colaborador Invitado
REFORMA
7 Mar. 10

Héctor Vasconcelos


El miedo a la libertad, el famoso libro de Erich Fromm, plantea el dilema entre vivir de manera acorde con todo lo que hoy sabemos o bien en función de prejuicios ancestrales. Esa disyuntiva es lo que subyace en la batalla actual en torno a tres temas: interrupción del embarazo; matrimonio entre personas del mismo sexo; y pronto, eutanasia. Entre los tres, hay un denominador común. Quienes se oponen a esas opciones objetan algo de fondo. Se oponen a la libertad del individuo para decidir sobre su propia vida en tres etapas cruciales: el nacimiento, el curso de la vida y la muerte. El verdadero problema es la libertad. El miedo y la oposición a que el ser humano la ejerza.

La derecha se opone a que los individuos decidan lo que atañe a sus cuerpos y mentes. Sólo que tal posibilidad es lo primordial en la modernidad. Antes que por el uso del celular o del ipod, el humano moderno se define por el ejercicio de su libertad. Si no hay opciones no hay modernidad. De eso trata la evolución de la cultura occidental. La independencia de criterio (opuesta a la tradición judeo-cristiana donde el deber ser está decidido a priori en el texto bíblico) surge en Grecia. El predominio del cristianismo en el Medioevo implica la suplantación de la herencia greco-latina por el dogma y la tradición (los concilios). La historia de Occidente entre los siglos IV y XVIII, entre la conversión de Constantino y la Ilustración, es la historia de la persecución (hasta la hoguera o la abyección) de la conciencia individual, particularmente la femenina. De Juana de Arco a Sor Juana. La lenta recuperación del individualismo sólo empieza en ese periodo que por algo llamamos Renacimiento. Pero las clases sacerdotales -judáica, cristiana, musulmana- siguen resistiendo el acceso de la sociedad a la racionalidad y la libertad.

Para la iglesia, un hipotético Dios es dueño de la vida y sólo la da al hombre como un don temporal, en préstamo si se quiere. El desarrollo científico a partir de los siglos XVI y XVII ha mostrado que existen explicaciones no metafísicas para la existencia del universo, la vida en la tierra y el surgimiento de la conciencia en el ser humano. Según el conocimiento científico (y las escuelas filosóficas modernas), no existen razones para dudar que los humanos seamos dueños y hacedores de nuestro propio destino, sin que por ello la vida pierda su carácter de sagrada en el sentido metafórico del término. Precisamente porque la ciencia indica que la vida es un Glorioso accidente -para utilizar el título de un conocido libro acerca de nuestro lugar en el universo-, es imperativo respetarla y protegerla. Quien se haga cargo de lo que hoy se sabe sobre los orígenes del universo, la vida y la conciencia en el homo sapiens, no tiene por qué aceptar ideas y dogmas que tuvieron su origen hace milenios, cuando no se sabía nada de tales procesos.

¿Por qué se oponen las iglesias a que los individuos ejerzan sus opciones? Porque no aceptan que los seres humanos sean dueños de sus propios cuerpos. Para que las iglesias subsistan, el hombre y, especialmente, la mujer no pueden apropiarse de sus cuerpos y mentes. Una de sus funciones ha sido proveer el respaldo ideológico para que las élites controlen a la sociedad en nombre de supuestas verdades absolutas y leyes e instituciones "naturales".

El autor es ex embajador de México.

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