jueves, 8 de diciembre de 2011

Los intelectuales y el poder: ¿Leer o no leer?

A propósito del ridículo de Enrique Peña Nieto en la Feria Internacional del Libro, ha comenzado una conversación sobre si es o no es importante que los candidatos, y más, los presidentes lean. Creo que ponerlo así de simple lleva a respuestas absolutas y carentes de sentido como la que me entero dio anoche Adela Micha en Tercer Grado: No, no hace falta que lea.

  


Leer ¿qué? ¿cuánto? ¿cómo? Leer Archie cada semana es leer, lo mismo lo es leer el Readers Digest y la revista sobre medicinas del consultorio médico. 
¿Qué es lo que esperamos que lean los políticos, los candidatos, los presidentes? 
¿Queremos que sean intelectuales? Que la pregunta de la FIL hubiera sido contestada con una cátedra riquísima sobre literatura? Yo creo que no, pero ello tampoco implica que entonces los políticos no estén obligados a leer. 
La cuestión es que leer es un ejercicio indispensable para comprender el mundo que nos rodea. Es decir, sí creo que el político debe tener un mínimo de cultura literaria necesaria para participar, para aprehender y proponer, guiar, resolver, administrar que es en muy resumidas cuentas lo que hacen. 
Ahora, lo que si no puedo comprender es que un político que aspira a ser presidente de un país ni siquiera sea capaz de nombrar libros de historia contemporánea, biografías o ensayos sobre política que yo esperaría que alguien que pretende gobernar nuestro país haya leído. 




Jesús Silva Herzog Márquez, Ricardo García Mainou y Fernando Escalante han intentado más bien llevar la pifia a la arena del político, es decir, qué capacidad de respuesta tiene el político para salir de una situación inesperada. 


En efecto, quizá conocer la obra de Hertha Müller o de Orhan Pamuk no es indispensable para gobernar México, pero saber quiénes son y conocer al menos el título y el sentido de su obra es necesario para participar en el mundo, para representar a un país, para sentarse en una mesa de negociación y para ser tomado en serio como un interlocutor. 


Alguien que dice que ha leído partes de la Biblia "claro que no toda [porque es un libro bien laaargooo]" y no es capaz de nombrar un sólo libro, pienso que no puede ser tomado en serio.


 


En conclusión, Sí, leer es indispensable, inclusive para poder salir del paso de la pregunta: ¿cuáles han sido los tres libros que le han marcado? Así es, me temo que la cosa es circular.


Y bueno todo este rollo mío sin sentido es para presentar estos 6 textos de René G. de la Vega sobre los intelectuales y el poder que analizan la pregunta platónica sobre el Rey Filósofo. Creo que vienen muy bien al caso ahora. 


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