jueves, 24 de septiembre de 2009

Violencia en el Metro


La semana pasada México presenció por primera vez un Amok, hecho para el cual no hay palabra en español. To run Amok (inglés) o Amok laufen (alemán) se traduce como "ir enloquecido, destruyendo o matando". Vimos gracias a las cámaras de vigilancia en la estacion Balderas del metro de la Ciudad de México, cómo un individuo privaba de la vida a dos personas y hería a otras, mientras corrían despavoridas entre las paredes del andén y los vagones de un metro que acababa de llegar para hacer el cambio de pasaje. Lo más terrible de la escena es que tuve que hacer un ejercicio de conciencia, de que aquello que estaba viendo era real, las dos personas que caían abatidas, estaban muertas, de verdad, no era una actuación, no era una peli más. Cómo puede perderse la capacidad de asombro cuando está uno expuesto constantemente a la violencia.
Entre esa multitud derrepente se aprecia un forcejeo entre un individuo de camisa color vino y un policía, el policía pronto cae abatido, al mismo tiempo la gente en su mayoría desaparece entre los túneles y los vagones con las puertas abiertas. El policía cae muerto y muchas personas observan sin entender la situación. Derrepente aparece otro hombre que sale de un vagón, de camisa blanca y ataca al Amok, éste le dispara repetidamente y el hombre se levanta y lo vuelve a atacar, un observador se anima a defender y es detenido por algo que pienso que es una bala, se da la vuelta y se va. Mientras el Amok sigue disparando al hombre hasta el último tiro en la cabeza, con el que cae muerto. El Amok, con un anden ya totalmente vacío, recoge su bolsa y se mete a los vagones para recargar su arma. Entra la policía y se agarran a tiros, la policía lo aprehende. Resulta que Luis Felipe Hernández era un iluminado que quería advertir, a balazos, sobre la catástrofe que viene si no respetamos el clima.

El fin de semana antepasado en el Metro de Munich algo parecido, pero sin armas de fuego, un hombre fué golpeado brutalmente hasta la muerte por un grupo de jóvenes. El hombre quiso defender a un grupo de niños que estaban siendo acosados por los jóvenes. Mientras era golpeado, la gente huyó.

Se plantea, en el caso mexicano y en el caso alemán, la falta de solidaridad de la gente al huir y no auxiliar a la persona que está siendo agredida. Se dice que el civil muerto en México y el hombre muerto en Munich quizá podrían haber sobrevivido si algún valiente los hubiera ayudado a defenderse de la agresión. Y se llama, al menos en el caso alemán, a aprehender a las personas que presenciaron los hechos y no hicieron nada. Deberían? es correcto exigir eso?

El Frankfurter Rundschau publica hoy una columna de Herfried Münkler, profesor de políticas de la Alexander von Humbolt. Habla sobre el "coraje civil" y plantea que:

"en Europa el Estado institucional extenso y de baja densidad de población se legitima en la medida en que promete ahorrar a sus ciudadanos la exigencia de tener coraje civil. No deben ser valientes ni bravos pues el Estado se encarga de su seguridad. Por esta descarga es que el Estado exige la renuncia a la búsqueda de la justicia por sus propios medios.
La legitimidad del Estado, como la conocemos, dice Münkler, se basa primordialmente en un intercambio: por la protección y la seguridad los ciudadanos renuncian a su participación activa en la producción del derecho y de la seguridad y consienten su desarme en consecuencia.
El Estado que se hace cargo de las tareas de garantizar la seguridad requiere para ello dinero, por ello regularmente se cobran impuestos para poder financiar las prestaciones de protección y seguridad. Puede describirse ésta relación de intercambio recíproca como un camino específicamente europeo en la modernidad.
Es conocido que en los Estados Unidos han caminado otro camino. En esa enorme tierra el Estado no podía garantizar una oferta de seguridad, por ello sus ciudadanos debían protegerse ellos mismos.
En Oriente se eligió otro camino, allá los gobernantes desarmaron a los súbditos, pero sin que se hayan autoobligado a otorgar un sistema de derecho como contraprestación. Cuando los europeos occidentales hablan de los despotismos orientales, quieren decir que el gobierno allá no está fundamentado en un intercambio contractual, sino que está basado en la pura arbitrariedad.
Hasta hoy la mayoría de los europeos están orgullosos de su nivel de desarrollo y no desean cambiarlo por los siempre terríbles excesos de la ideología de la autodefensa de muchos estadounidenses o por las relaciones arbitrarias de oriente. Los individuos reaccionan mucho más sensiblemente cuando el consenso básico del orden político pierde su plausibilidad.
Por ello son los ataques de violencia en los transportes públicos o en los sitios públicos una señal de alarma a la que la política debe reaccionar. Aquí se trata de mucho más que de un hecho aislado. La promesa de dar seguridad por parte del Estado debe ser plausible, si es que no desea arriesgar que la población se arme silenciosamente.
Es por ello que resulta muy riesgoso el elogio al coraje civil, como lo fué después del asesinato brutal en el metro de München. La fiscalía de München hizo bien en no investigar y perseguir penalmente a los pasantes y testigos por no cumplir con su obligación de proporcionar auxlio (unterlassener Hilfeleistung) como algunos políticos apresuradamente solicitaban.
También se contradice el reproche de la falta de medios financieros para que haya más fuerzas de seguridad, pues los impuestos son en gran medida usados. En ésta situación la exigencia de más coraje civil y penas más altas es para los delincuentes una señal de desorientación y de falta de firmeza. Pone en duda el consenso básico de los estados europeos."

(traducción libre mía)

Vale la pena la nota completa, porque sus reflexiones aplican también a nuestro país y a nuestro Amok de la semana pasada. La base del Estado moderno, sí, también en México, está en la contraprestación (ciudadano-Leviatán)de dar seguridad a los ciudadanos a cambio de la cesión de parte de sus libertades, esto es el llamado contrato social. En México esta relación recíproca está rota. No tenemos la garantía de la seguridad por parte del Estado y en consecuencia necesitamos recurrir a los medios propios para protegernos, con ello violentamos el derecho y por tanto los derechos y libertades de los demás. Los canales de comunicación están desviados y creo que es urgente recomponerlos.

El cuestionamiento sobre la falta de valentía o coraje civil de los pasantes y testigos del Metro de Balderas obedece a la rotura de esa relación. Como dice el politólogo, entre más se exija coraje civil y penas más altas más se muestra la incompetencia del Estado para hacer su tarea básica: la seguridad.

Y más allá de ello, cómo puede alguien exigir que un civil ayude a otro civil frente a un hombre armado, disparando? Es absurdo. Nadie en sus cinco sentidos intervendría. Lo que se debe hacer es, ajá, llamar al Estado para que cumpla su tarea y exigir que la cumpla, y bien.

Y en lugar de colgar medallitas en el cuerpo ya sin vida de Esteban Cervantes Barrera, mejor que el Gobierno de seguridad a sus hijos. Prestación-contraprestación.

P.S.
Casualmente encuentro en El Universal de hoy, 24, una nota de Miguel Carbonell, en sentido parecido:
"Para construir nuevos valores no basta con decir que el gobierno tiene toda la responsabilidad. La tiene en gran medida, desde luego, al ser el encargado de administrar el sistema educativo nacional. Pero también es cierto que tenemos que hacernos cargo de la responsabilidad de educar en la familia, de reforzar valores entre nuestro grupo social, de asumir compromisos cívicos y participativos, en vez de adormecernos días tras día viendo el televisor o de promover la abstención electoral. Igualmente, los medios de comunicación tienen una tarea inmensa por hacer, muy lejos del amarillismo que caracteriza a algunos de ellos.

Se trata de repetir hasta el cansancio una idea básica: vale la pena vivir en paz, pero para ello todos tenemos que poner de nuestra parte."

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