La revista New York Review of Books publica una nota bien interesante de Ronald Dworkin donde explica que la -obligada- declaración de la jueza Sotomayor sobre su filosofía interpretativa es una pura mentira. Pues, como sostiene el iusfilósofo " las provisiones constitucionales que provocan las decisiones más controvertidas de la Suprema Corte fueron redactadas con lenguaje moral abstracto" por lo que interpretarlos requiere de una filosofía constitucional específica, para poder determinar lo que es la ley y no puede pues responderse que la filosofía constitucional de uno es "fidelidad a la ley". De pasada exhibe el conservadurismo de Roberts y a Alito.
Dice Dworkin que una filosofía constitucional genuina deberá ser un sistema formado por distintos tipos de principios políticos que guíen al juez en la interpretación de las cláusulas abstractas y las decisiones pasadas de otros jueces. Debe incluir al menos una aproximada teoría sobre la mejor concepción de la democracia, el mejor entendimiento de los derechos individuales que deben ser asegurados a través de la ley, como cuestión de justicia, si el gobierno bajo el principio de mayoría debe ser justo. Dworkin pone énfasis en que éstos principios deben ser entendidos como una cuestión de convicción moral, no son prejuicios de partidismo o simpatía o identificación con alguna clase, raza o grupo étnico. La diferencia es básica: un juez intentará justificar sus principios a través de alguna teoría más general de la moralidad política y respetará sus demandas aún y cuando vayan en contra de sus preferencias partidistas o lealtades. Ésta diferencia fué severamente demostrada en la vergonzosa decisión Bush v. Gore, cuando cinco jueces conservadores declararon a George W. Bush Presidente basándose en lo que ellos mismos habían rechazado en casos anteriores y declarando que no tendrían aplicación para casos futuros.
Dworkin continúa criticando que las sesiones (hearings) en el senado para la aprobación de jueces sigan creyendo el mito de que los principios políticos de los jueces son irrelevantes.
Después analiza la tan traída y llevada declaración de Sotomayor de "Wise Latina" y la compara con la respuesta de la jueza Ruth Bader sobre que sólo una mujer sabe lo que puede ser el horror de una revisión en el que una adolescente tenga que desnudarse. Dworkin concede que la jueza Sotomayor tuvo que abandonar su declaración, por estar obligada a sostener el mito, de otra forma, no hubiera sido confirmada.
Dworkin critica el hecho de que de las muchas decisiones en una carrera de 17 años, el panel del Senado sólo se enfocó en la de los bomberos blancos (Ricci et al. v. DeStefano et al.) y luego analiza las decisiones.
En un cuarto punto, Dworkin analiza la respuesta de Sotomayor acerca del uso o influencia de decisiones de tribunales extranjeros o internacionales para resolver cuestiones bajo la ley estadounidense. Sotomayor respondió que pueden ser usadas como fuente de ideas, como guía, pero no como justificación de la conclusión. Dworkin corrige el punto diciendo que sí han sido usadas como base, y cita como ejemplo el caso Roper, escrita por el juez Kennedy. Dworkin explica que "debemos siempre reexaminar cuidadosamente nuestras convicciones morales, cuando vemos que nadie más las comparte."
Dworkin concluye:
"Qué se debe hacer? nada, creo yo, hasta que no se afloje la idea tanto en el Senado, como en la opinión pública, de que las convicciones personales de los jueces no pueda y no deba tener un papel importante en las decisiones. Quizá no comenzará ese proceso hasta que llegue un senador valiente que declare que él no votará por un candidato que no responda las preguntas que he descrito anteriormente (Dworkin pone un par de ejemplos). Pero la única solución realista es de largo aliento. En un libro recientemente reseñado en éstas páginas, sugiero que nuestra política sería mejorada si en las clases de bachillerato se alentara a los alumnos a explorar cuestiones políticas en una forma mucho más sofisticada de la que se ha seguido tradicionalmente. Una discusión ilustrada sobre la Constitución y la adjudicación (o aplicación) constitucionales sería una parte esencial de dichos cursos."
Justice Sotomayor: The Unjust Hearings
by Ronald Dworkin
Sonia Sotomayor is an excellently qualified nominee and will make a careful, thorough justice. But she destroyed any possibility that her confirmation hearings could explain the complexity of constitutional issues to the public when she proclaimed that her constitutional philosophy is very simple: fidelity to the law. That empty statement perpetuated the silly and democratically harmful fiction that a judge can interpret the key abstract clauses of the United States Constitution without making controversial judgments of political morality in the light of his or her own political principles.
Podcast: Ronald Dworkin talks to Hugh Eakin
Dice Dworkin que una filosofía constitucional genuina deberá ser un sistema formado por distintos tipos de principios políticos que guíen al juez en la interpretación de las cláusulas abstractas y las decisiones pasadas de otros jueces. Debe incluir al menos una aproximada teoría sobre la mejor concepción de la democracia, el mejor entendimiento de los derechos individuales que deben ser asegurados a través de la ley, como cuestión de justicia, si el gobierno bajo el principio de mayoría debe ser justo. Dworkin pone énfasis en que éstos principios deben ser entendidos como una cuestión de convicción moral, no son prejuicios de partidismo o simpatía o identificación con alguna clase, raza o grupo étnico. La diferencia es básica: un juez intentará justificar sus principios a través de alguna teoría más general de la moralidad política y respetará sus demandas aún y cuando vayan en contra de sus preferencias partidistas o lealtades. Ésta diferencia fué severamente demostrada en la vergonzosa decisión Bush v. Gore, cuando cinco jueces conservadores declararon a George W. Bush Presidente basándose en lo que ellos mismos habían rechazado en casos anteriores y declarando que no tendrían aplicación para casos futuros.
Dworkin continúa criticando que las sesiones (hearings) en el senado para la aprobación de jueces sigan creyendo el mito de que los principios políticos de los jueces son irrelevantes.
Después analiza la tan traída y llevada declaración de Sotomayor de "Wise Latina" y la compara con la respuesta de la jueza Ruth Bader sobre que sólo una mujer sabe lo que puede ser el horror de una revisión en el que una adolescente tenga que desnudarse. Dworkin concede que la jueza Sotomayor tuvo que abandonar su declaración, por estar obligada a sostener el mito, de otra forma, no hubiera sido confirmada.
Dworkin critica el hecho de que de las muchas decisiones en una carrera de 17 años, el panel del Senado sólo se enfocó en la de los bomberos blancos (Ricci et al. v. DeStefano et al.) y luego analiza las decisiones.
En un cuarto punto, Dworkin analiza la respuesta de Sotomayor acerca del uso o influencia de decisiones de tribunales extranjeros o internacionales para resolver cuestiones bajo la ley estadounidense. Sotomayor respondió que pueden ser usadas como fuente de ideas, como guía, pero no como justificación de la conclusión. Dworkin corrige el punto diciendo que sí han sido usadas como base, y cita como ejemplo el caso Roper, escrita por el juez Kennedy. Dworkin explica que "debemos siempre reexaminar cuidadosamente nuestras convicciones morales, cuando vemos que nadie más las comparte."
Dworkin concluye:
"Qué se debe hacer? nada, creo yo, hasta que no se afloje la idea tanto en el Senado, como en la opinión pública, de que las convicciones personales de los jueces no pueda y no deba tener un papel importante en las decisiones. Quizá no comenzará ese proceso hasta que llegue un senador valiente que declare que él no votará por un candidato que no responda las preguntas que he descrito anteriormente (Dworkin pone un par de ejemplos). Pero la única solución realista es de largo aliento. En un libro recientemente reseñado en éstas páginas, sugiero que nuestra política sería mejorada si en las clases de bachillerato se alentara a los alumnos a explorar cuestiones políticas en una forma mucho más sofisticada de la que se ha seguido tradicionalmente. Una discusión ilustrada sobre la Constitución y la adjudicación (o aplicación) constitucionales sería una parte esencial de dichos cursos."
Justice Sotomayor: The Unjust Hearings
by Ronald Dworkin
Sonia Sotomayor is an excellently qualified nominee and will make a careful, thorough justice. But she destroyed any possibility that her confirmation hearings could explain the complexity of constitutional issues to the public when she proclaimed that her constitutional philosophy is very simple: fidelity to the law. That empty statement perpetuated the silly and democratically harmful fiction that a judge can interpret the key abstract clauses of the United States Constitution without making controversial judgments of political morality in the light of his or her own political principles.
Podcast: Ronald Dworkin talks to Hugh Eakin
P.S.
REPORTER’S NOTEBOOK
The Newest Justice Takes Her Seat
By ADAM LIPTAK
At a ceremony with a certain pomp, Justice Sonia Sotomayor was formally welcomed to the Supreme Court.
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